Lila
Soto fue compañera de Héctor "Tuti" Cian, oriundo él del norte
santafesino (Nicanor Molina). Formado en el Movimiento Rural Católico estuvo
vinculado a las Ligas Agrarias y fue militante del peronismo revolucionario.
Secuestrado por la dictadura en Rosario, continúa desaparecido.
ISABEL
"Lila" SOTO, mi madre...
Mi
madre, Lila (Isabel Soto alias "Paula") nació en Corrientes Capital,
el 9 de agosto de 1947. Era hija de Juana Antonia Parra y Benedicto Soto, mis
abuelos maternos.
Aquí
en la capital cursó la primaria en la escuela N° 808 (hoy 408). En 1964 ingresó
a la secundaria, en el Liceo de Señoritas y en 1966 pasó a la Escuela Normal
para obtener en 1969 el título de Maestra Normal Nacional.
Fiel
a sus convicciones, comenzó a trabajar como docente en Yahape y después en
Ciervo Petiso, Chaco.
En
el año 1970 en un hecho muy conocido en esta ciudad, la excomulgación del Padre
Raúl Marturet, integrante del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer mundo,
haciendo huelga de hambre como protesta, conoció a mi padre Héctor Cian, quien
ya militaba en las Ligas Agrarias . A partir de allí ambos se potenciaron,
crecieron intelectualmente y aprendieron que para cumplir con sus sueños
deberían primero luchar por los deseos de un pueblo de hermanos. Su mundo
creció, y ya no existían fronteras visibles. En esta misma provincia,
encontrarían el significado de sus vidas integrando las filas del peronismo
revolucionario, intensificando su militancia frente a las incoherencias
sociales.
En
el año ‘72 se casaron en la Iglesia Pompeya de esta capital, y yo (Daniel Cian)
nací en noviembre del ‘74. Rápidamente comenzaron las persecuciones, debíamos
vivir de alquiler, en lugares inhóspitos y lejos de nuestras familias, con
nombres falsos, sin documentos y sólo con lo puesto. Mi padre nos mantenía con
su escaso trabajo de fotógrafo. Gracias a él poseo gran cantidad de fotos de mi
madre.
Ya
instalada la dictadura, más precisamente el 10 de diciembre del ‘76 fueron
cercados por la Federal en la calle Dorrego al 1500 (Rosario), yo estaba allí,
con solo 2 años de edad. Me entregaron a un sacerdote que tenía el hogar
“Nuestro Hogar”, y gracias a un anónimo que llego a manos de mi abuela, a su
tesón y el de mi familia, recupere mi identidad, después de casi un año de
permanecer en ese lugar con otro nombre.
Mi
mama, fue muerta allí, llevaba en su vientre un embarazo de 8 meses y medio. De
mi Papa nada sabemos con exactitud, continua al igual que el bebe que llevaba
en su vientre, mi hermano, desaparecidos. Solo así pudieron poner límites a sus
sueños.
Cuando
tenía 20 años comencé a reconstruir mi historia, en Rosario me dieron un
certificado de defunción que decía que fue inhumada en el Cementerio La Piedad,
fui hasta allí, pero en el Cementerio me dijeron que estuvo enterrada en tumbas
NN que cada cinco años eran limpiadas y ya no estaban.
Con
la vuelta de la democracia, en un acto oficial se impuso una calle con su
nombre en el Barrio Ponce de esta ciudad (Corrientes) y también en la memoria
de ambos se levanta un mural en la calle Dorrego al 4.800 de la ciudad de
Rosario.-
En
Marzo del 2012, me llega la primera esperanza de que por investigaciones de la
Fiscalía Federal de Rosario y del Equipo Argentino de Antropología Forense, los
restos aún estaban en el Cementerio La Piedad, que se habían efectuado
enterramientos por encima, para que continúen desaparecidos. Comenzaron las
investigaciones, preste testimonio, se realizaron la exhumaciones y luego del
análisis genético, me confirmaron que habían encontrado los restos de mi madre.
Daniel, el hijo, autor de este conmovedor relato,
hablando en marzo del 2012 en la Plaza de Reconquista
Foto:
H.A.