Memoria, Verdad y Justicia en el Norte Santafesino

miércoles, 20 de mayo de 2015

Otras historias. EL MISMO TÍTULO



Solo digo compañeros



No se trata de competir, se trata de saber que el otro también existe, que piensa, que investiga, que se rompe el traste, que se arriesga, y escribe. Con Rolo pensamos el título, escuchamos mil años después “no digo ni nombres ni señas, solo digo compañeros”. Pudimos haber elegido otro, pudimos decir y escribir “después de años bajo la tierra”, o “si perdimos todo, nos queda la palabra”. Los compañeros debieran saber que la Patria no comienza ni termina en el Río de la Plata, que es bueno saberlo, que hay algo en la geografía amada que se llama Cuña boscosa, llanura aluvial, Reconquista, Tierra del Fuego.
Carlos Echegoy 

Libro que se presenta próximamente en La Plata. reiterando un título presentado en el año 2005 en Reconquista. Se necesita compañeros con capacidad de creación.

martes, 12 de mayo de 2015

"PILI" ALEGRE

"PILI"
Hace más de un año, febrero de 2014, falleció en Buenos Aires Juan Manuel Alegre Moyano, "Pili", oriundo de este norte santafesino (Villa Ocampo). Lo conocimos en la escuela Normal N° 3 "Juan B. Alberdi", a fines de los años 60 cuando vino a Reconquista a cursar el secundario, alojándose con otros jóvenes, en la Fraternidad de calles Colon y Olessio, que conducían el Padre Arturo Paoli y el Padre Armando Yacuzzi. Era de la camada de Carlos Echegoy, Carlitos Manzano, etc. 
Integrante de grupos juveniles, participante-activista de la Marcha del Hambre (abril de 1969), talentoso, poeta, se marchó a Buenos Aires para cursar estudios superiores. Con la dictadura del 76 le perdimos el rastro y después supimos que se fue a Colombia por muchos años, a la selva, al mundo indígena.
Lo volvimos a ver hace pocos años cuando volvió de paso por Reconquista, para compartir un vino, ya que era docente en la Universidad de Palermo en la Capital Federal. A los pocos días lo pusimos al aire en nuestro programa radial La Mirada, él desde BsAs contando experiencias y miradas. Un día apareció en la TV Pública hablando del Gauchito Gil. En fin...
Recorriendo la redes electrónicas encontramos este texto-homenaje que queremos compartir.

Adiós al etnógrafo (A Juan Manuel Alegre)


La muerte tiene ese efecto retardado, esa certeza que decanta. La recurrencia hiriente de lo irreversible. Suavemente se desliza con un filo desgarrador. Falleció el etnógrafo y con él se fueron algunos secretos de diferentes culturas. Lo llora la antropología, probablemente no la de la academia y la pompa, sino la verdadera, la que nace de la pasión y de la extrema curiosidad. La que admite el desafío de la participación consciente (como quería Malinowski) y desdeña, si ello es un obstáculo, la superflua vanidad institucional. Siempre estuvo del lado de los otros, alejado de las entrañas del poder de la UBA, que como toda entraña revuelve egoísmos y genera conflictos.



La institución era, entonces, para Juan una herramienta. Una herramienta para poder hacer llegar a un público mayor, las maravillas de las culturas. Las delicias de la inventiva humana, en contextos alejados del mero capitalismo asfixiante. Donde hay algo más que hacer que únicamente acumular riquezas materiales. El quería mostrar la ridiculez de nuestros prejuicios, sembrando la duda, poniendo la lupa para hacernos ver la viga en nuestro propio ojo. Ponía en tela de juicio las verdades occidentales, con ejemplos etnográficos, que en una clara alusión a la reducción al absurdo, negaban y llegaban a una contradicción que mostraba la estrechez de nuestros prejuicios. Generalmente provocando una sonrisa.



Amaba la selva y siempre la traía en sus evocaciones. Evocaciones propias o ajenas; la magnífica complejidad humana que emergía de los habitantes de la fronda era un tópico recurrente. Y Colombia, la bendita Colombia, que tanto añoraba, tan verde, tan voluptuosa. Recuerdo que contaba de un “paisa”, que entre copas y nostalgias, decía que Gardel era colombiano, ya que la nacionalidad estaba determinada por la muerte. Y así también Juan era porteño, a pesar de haber nacido en Santa Fe y decirlo con orgullo, había mucho también de la calle Corrientes y de esa mirada siempre proyectada desde una izquierda anclada en la tierra, donde la acción era más importante que el purismo teórico.



El amazonas, tan levistraussiano, tan plagado de oposiciones binarias, era el mundo cultural que más disfrutaba. La creatividad en un entorno hostil; la mejor expresión de la humanidad transformando el paisaje, logrando convertir en un vergel constante, la voluptuosa fragilidad del bosque. Arcos y cestos, terra firme y varzea, ríos blancos y ríos negros. (Parece un ecosistema hecho a la medida del estructuralista). Y las experiencias y las vivencias viajeras del propio etnógrafo que él mismo era o del ajeno que siempre citaba. (Los antropólogos también viajamos imaginariamente con nuestros colegas). Un espacio donde la cultura desarrolló una de las máximas capacidades del ser humano, es decir el sistema simbólico, creando mitos alucinantes con claras implicaciones prácticas. La tierra sin mal como el paradigma de la esperanza.



En la bibliografía que incorporaba a su enseñanza, figuraba Archetti y su clásico “Masculinidades: fútbol, tango y polo en la Argentina”. El deporte era para Juan un fenómeno social en el que la antropología tenía cosas interesantes para decir. Pero fundamentalmente era, para él, una pasión. Su alma tenía atravesada una banda roja. Su mirada del fútbol saboreaba el paladar riverplatense. Siempre presente en las conversaciones o en las clásicas cargadas, que usaba como ariete para acceder al mundo cotidiano. El sesgo antropológico de observar la intimidad y correlacionarla con el medio cultural, midiendo los desajustes y sopesando las adaptaciones, era también una sana costumbre. La empatía por lo popular era un genuino sentimiento, alejado de los manierismos académicos.


 La literatura, en su sentido más amplio, era otro de los tópicos recurrentes. Un rosario de escritores animaban nuestras charlas. Borges o Marechal, Gelman o González Tuñón. Poe o Whitman. Poetas de aquí o de allá. Del norte o del sur, de las ciudades que sangran tango o de las selvas donde los profetas también llevan el poder en la palabra. Por allí los buscaba, escarbaba en su memoria, en mi memoria, en tu memoria y de allí extraía las gemas del concepto, sucias aún por los restos de tu recuerdo, de mi recuerdo, de su recuerdo.


Homero Manzi y todo el cielo. Pink Floyd y todos los desayunos psicodélicos. Chamamé y rock’n’roll. Llevaba tatuadas en el alma, las marcas culturales de la nación y de su propia generación. Transitaba, con curiosidad antropológica, el tiempo y el espacio. Aquí y acullá, lo saludaba el pavimento o la foresta. Hoy todos decimos, adios al etnógrafo.
 Diego Díaz Córdova -11 marzo, 2014


jueves, 7 de mayo de 2015

AQUELLA MARCHA DEL NORTE



Villa Ocampo

BALLET Y MEMORIA

Gratamente leemos que en estos días se ha presentado una obra a través de la danza, en Villa Ocampo, donde se rescatan hechos ocurridos en abril de 1969 en defensa de fuentes de trabajo, durante la dictadura del General Onganía. Seguramente una oportunidad para reflexionar por parte de esa comunidad sobre las luchas populares de este norte santafesino, los que resistieron, los que derrotaron al miedo, los dirigentes comprometidos, los que no quisieron estar... Uno de aquellos valientes que asumieron el conflicto y enfrentaron la persecución, emblemático, fue el entonces párroco de Villa Ana, Rafael Yacuzzi.

Precisamente hace tres años se señalizó la ruta que lleva el nombre de este histórico luchador popular. La provincial N° 32, entre Ocampo y Villa Ana, por ley del año 2003 lleva el nombre de Yacuzzi.  Y con la presencia de autoridades de Justicia y DDHH de la Provincia (el propio ministro Dr. Juan Lewis y el secretario DDHH Dr. Horacio Coutaz)) y otras organizaciones, se hizo un acto allí en ese camino, con el viento y el sol acompañando, reivindicando a aquel querido cura cuyo nombre para algunos, fue y es palabra maldita.

Después de ese hecho, el cartel de la DPV fue sacado y desaparecido en una noche, por manos que seguramente el espíritu luchador de Yacuzzi y del pueblo les produce temblores. Quieren esconder la historia y la memoria. No lo lograrán!.

Ojalá que cuando el espectáculo vuelva a presentarse, ayude para sumar voces con el objetivo de que se restituya lo que fue robado. Con las autoridades ocampenses a la cabeza. Plantando ese mojón de la historia. Como una forma de vivir aquella valentía del 69 en este presente, derrotando al miedo y reivindicando a quienes siempre estuvieron al lado de los de abajo, enfrentando a los poderosos. Como Rafael Yacuzzi y tantos otros.