Histórico Juicio
OTRO TESTIGO DEL
NORTE
Un
cuarto testigo oriundo de esta parte santafesina, víctima de lo que fueron la
penurias en la cárcel declaró el jueves en la denominada “Causa Coronda”. Otras tres víctimas de la última dictadura cívico-militar residentes en el Norte ya los habían hecho con anterioridad desde que comenzaran las audiencias del Tribunal Oral Federal de Santa Fe.
Se
trata de Jorge Domingo Miceli, entonces
empleado bancario y hoy, entre otros compromisos además de su militancia
política, artista titiritero. Miceli es generador en el norte provincial de una
de las actividades que moviliza anualmente a miles de pibes y adultos para presenciar
uno de los más bellos espectáculos de teatro: los títeres. Se trata del Festival
que creara hace ya muchos años y que se realizan en pueblos y ciudades con
elencos de primer nivel del país y del exterior.
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Miceli |
Micelli
junto a otro bancario, Silvio Iznardo, molestaban
por su activismo gremial en la sucursal Reconquista del Banco Provincial de
Santa Fe. Los dos terminaron en la oscuridad del penal corondino.
Para el día 20/3 está convocado un 5to. compañero norteño, quien fuera fuera encarcelado en 1976. Esta
causa fue impulsada por la Asociación El Periscopio (ex presos políticos)
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Laboratorio del
terror
Así
definieron al penal provincial durante la última dictadura militar. Declararon
en el juicio a los ex directores de la cárcel de Coronda. "Buscaban la
destrucción psicológica".
Durante
la dictadura, el castigo a los presos políticos en la cárcel de Coronda era
permanente y sistemático. "Todo
estaba prohibido", dijo el dirigente histórico de la CTA Victorio
Paulón. Los sancionaban por cualquier cosa: caminar, acostarse, silbar, reírse
o por un imaginario rincón de las arañas en la celda. "Era un sistema de
sanciones aleatorias", lo describió el ex ministro de Salud de la Nación
Daniel Gollán. "Un encierro de 23 de
las 24 horas del día, generalmente las 24 horas", relató el ex
diputado nacional Eduardo Seminara. Los tres sobrevivieron a los padecimientos
"más extremos" en lo que Paulón llamó "un campo de
experimentación de la destrucción psíquica y moral de personas". "Un programa de exterminio psicológico"
de militantes políticos y gremiales, sostuvo Gollán. "Una política de
destrucción que no tenía límites".
Paulón, Gollán y
Seminara
declararon el jueves como víctimas y testigos ante el Tribunal Oral de Santa Fe que juzga por delitos de lesa humanidad a dos
ex comandantes de Gendarmería que dirigieron la cárcel de Coronda después del
golpe, Adolfo Kushidonchi y Juan Angel Domínguez. El tercero, Octavio Zirone
falleció durante el proceso. Sus testimonios fueron propuestos por la querella
que patrocinan los abogados de Hijos Lucila Puyol y Guillermo Munné.
Zirone
comandó el penal entre agosto de 1976 y diciembre de 1977. Domínguez lo
reemplazó en dos períodos: entre febrero y marzo de 1977 y desde noviembre de
ese año hasta febrero de 1978. Y Kushidonchi operó como el segundo de Zirone
entre noviembre de 1976 hasta febrero de 1977 y luego asumió como director, en
febrero de 1978. El Ministerio Público los acusa por dos "homicidios"
y "tormentos agravados".
Paulón
pasó por Coronda entre mayo y octubre de 1975 y luego en 1978. Gollán y
Seminara llegaron en 1976. Los tres señalaron a Kushidonchi, que es el único
que está en la sala de audiencias porque Domínguez sigue el juicio por video
conferencia desde Salta. Seminara dijo que lo recordaba de su paso por la
cárcel de Rosario, en el invierno de 1976. "Ahí lo conocí, era el responsable de los presos políticos, el que
supervisaba las visitas", contó.
Gollán
dijo que Coronda fue un laboratorio, donde la dictadura aplicó un "plan de
destrucción psicológica" de los presos políticos. El estuvo detenido tres
años. Los guardias "tenían órdenes
superiores o el amparo de hacer con nosotros lo que quisieran". El
régimen se había endurecido hasta llegar a "situaciones extremas de no
poder ver la cara de otra persona durante meses", si los encerraban en los
calabozos de castigo, a los que llamaban "chanchos". "Nos
sacaron todo": las visitas, los recreos. "No podíamos escribir, leer, hacer gimnasia. Quedamos solos. Nada que
hacer durante 24 horas".
Era
un sistema de sanciones permanentes. Y recordó lo castigaron por "tirar
colillas de cigarrillo en el inodoro" y él no fumaba. "Cada tantas sanciones nos mandaban a los
chanchos", donde les sacaban hasta los colchones. "Eran tenebrosos, muy fríos y húmedos"
en invierno, cuando había que dormir sobre una "losa helada" y
asfixiantes en verano, con temperaturas de 60º. "Hice una crisis de
claustrofobia. Eran terribles en verano, peor que invierno".
Gollán
llamó "tortura sofisticada" a la música por altoparlante y al máximo
volumen a la que los sometían 10 por hora por día. Tuvo la oportunidad de
plantearle el tema a Kushidonchi, quien le contestó. "Ustedes se quejan
por todo y si les ponemos música funcional también se quejan".
En
un segundo cruce con Kusichonchi, Gollán dijo que el gendarme justificó las
sanciones contra él porque "era muy
rebelde". "Usted viene de
una familia conocida", le reprochó por qué estaba preso. "Me decía que yo no dejaba de pensar como
subversivo".
Juan Carlos Tizziani- Rosario12