UN DIA GLORIOSO
Llenos
de alegría por haber concluido un momento difícil de nuestras vidas porque se
jugaban muchas cosas para la continuidad de estos pasos que se están logrando
en la democracia. Ya que la “Causa Gil” llegaba a su fin y las personas involucradas trabajaron
duro para que esto saliera satisfactoriamente. La Justicia se pronunció y lo
halló culpable.
Los
aplausos, los vivas, los bombos y redoblantes… todo era fiesta!!!
Me
tocó salir de la sala donde los jueces leyeron el veredicto y por esas
casualidades delante nuestro, digo delante
nuestro porque el compañero Alcides
Picech estaba al lado mío, caminaban cuatro Madres de Plaza de Mayo,
pequeñitas ya de tanto peso y esfuerzo que llevan en sus espaldas. Cuando
asomaron en la puerta del Juzgado la militancia que estaba en la calle abrazándose,
llorando de alegría… comenzaron a vivar a esas mujeres valientes, honorables y
aún más brillantes sin odio en sus grandes corazones. Me imaginé sentado en ese
momento en un encuentro de los pueblos originarios donde se reunían en un
concejo de ancianos. El fuego en el medio del pueblo y los ancianos hablando de
sus antepasados, trasmitiendo la historia, resaltando y refrescando la memoria
a los jóvenes que luego llegarán a viejos, para que los orígenes y las bondades
de la unidad no se pierdan.
Esas
Madres nos enseñan que son memoria viva, que nunca dejemos de recordar al mundo
entero lo que pasó en este lugar, nos enseñan que no nos dejemos llevar por lo fácil y lo
cómodo; es en eso donde nos pueden doblegar: un pueblo flojo y sin memoria.
Estaba
en ese círculo de personas vivando y abrazando a esas venerables, sabias
ancianas que nos abrían el corazón para que en nuestra memoria nos quede
grabado a fuego nuestra historia, porque el fuego del corazón es el que más
abraza.
Escuché
el otro día una frase que decía un profesor de Historia española hablando de la
guerra civil: “Pueblo que no conoce la
historia está condenado a repetirla”
ANGEL ROJAS
Barrio Moreno-Reconquista