RADIOS COMPAÑERAS

lunes, 9 de febrero de 2015

SOBRE AUSENCIAS Y SILENCIOS



KAYAK


Los ciudadanos tienen derecho a manifestarse, incluso los fiscales de la Nación, incluso los que fueran denunciados por irregularidades en el cumplimiento de sus funciones.



Si el pueblo llano puede estar confundido respecto a los intereses detrás de la muerte del Fiscal Nisman, se presupone la militancia tiene recursos intelectuales suficientes, debiera tenerlos a esta altura, porque el kirchnerismo gobierna desde 2003, o diez años, o dos promociones universitarias con un año de gracia para los que eventualmente viniesen rezagados.



Es inoportuno absolutamente esperar una crisis para amanecer despabilados y hacer en ese momento un resumen de cuentas. Horacio Vertsbisky desliza, a raíz del evento Capitanich, cierto desconcierto del Gobierno en la coyuntura. Seguramente porque advierte, como nosotros, flancos que expone desguarnecidos a una oposición alerta y a esta altura experta en operaciones erosivas destituyentes.



Tanto el episodio Capitanich como el twitter de Cristina fueron explotados con ostensible rédito por una oposición fragmentada pero decidida a afianzar el cerco: no la reúne el amor a la Patria ni el afecto a un Fiscal, sino el odio de clase: el olor de la sangre, la victoria pírrica que desea sin suerte inminente.



Su agresividad y beligerancia devienen no de su fuerza sino una mezcla explosiva de miedo al fracaso y audacia. No puede ya retroceder. Eso la torna inestable. Consciente de su crimen de lesa Democracia, de su reincidencia, lo suyo no tiene sino una salida: la fuga hacia adelante al precio que fuere.



Desde mucho antes de estos acontecimientos era nuestra impresión que Twitter no es un medio para anunciar, decir, discutir que pueda explorar nuestra Presidente. En principio porque Twitter es un nido de ratas, un nicho ecológico a propósito labrado para la ocurrencia, el oportunismo, la estocada, la trampa: no por casualidad se experimenta en Twitter la derecha como en su casa.



Así pudo enchastrar, enlodar, ensuciar la derecha los logros de una visita presidencial a esa Nación imponente, milenaria, inverosímil en profundidad, en extensión, en futuro. Basta de Twitters, entonces.



El derrape del vocero presidencial, que no debió ocurrir, debe no obstante situarse en contexto. Porque no es cuestión que al pueblo se le corra chasqueando el talero sin siquiera tomarse la molestia de bajarse del caballo.



En absoluto ese episodio es comparable con el nivel de violencia y hostilidad metódica y permanente del grupo Clarín para con el pueblo argentino. Su apoyo consistente y permanente a los genocidas lo constituye cómplice del genocidio y la desaparición forzada de miles de argentinos, y debiera el grupo estar rindiendo cuentas a la Justicia y al pueblo argentinos y no escribiendo editoriales en defensa de una libertad de expresión que contribuyó a conculcar.



Tampoco es momento para una reestructuración profunda y definitiva de los Servicios de Inteligencia, sí para avanzar tanto como se pueda en el camino correcto. Para culminarla con éxito el FPV debe triunfar en las presidenciales. Es la tarea.



Y es el momento de poner el cuerpo, de estar, porque si la Presidente falla, por condición humana, y queda nada, toda la red, de La Cámpora hacia abajo, que en el discurso recrearía la militancia y devolvería a la política un prestigio que había perdido justamente por ausencia de compromiso, de convicciones, de desprendimiento, de sacrificio, de pueblo, sería no ya derrota, la derrota es algo serio, gravitante, sino el acto fallido de una juventud bien intencionada que prometió al pueblo sin consistencia.



Esta movilización que ahora se critica por sus liderazgos y motivaciones , y que se inscribe en la ofensiva destituyente en curso, no hubiese tenido lugar si esa militancia que hasta nada más ayer se jactaba de desbordar estadios, hubiese acampado miles de compañeros en Olivos y en la Plaza de Mayo, en defensa de la Democracia, de las Instituciones y de la voluntad soberana del pueblo argentino.



La oposición fragmentada, desesperada, destituyente, violenta, beligerante, antidemocrática, trabaja a destajo contra el pueblo y su gobierno, sorprendida incluso por un repliegue que no esperaba, y que capitaliza inmediatamente.



Las vacaciones terminaron, compañeros. Y por si no se enteraron las derechas, este año, las resignaron. Y se nota la diferencia. Demasiado.
Carlos Echegoy Z.