KAYAK
Los
ciudadanos tienen derecho a manifestarse, incluso los fiscales de la Nación,
incluso los que fueran denunciados por irregularidades en el cumplimiento de
sus funciones.
Si
el pueblo llano puede estar confundido respecto a los intereses detrás de la
muerte del Fiscal Nisman, se presupone la militancia tiene recursos
intelectuales suficientes, debiera tenerlos a esta altura, porque el
kirchnerismo gobierna desde 2003, o diez años, o dos promociones universitarias
con un año de gracia para los que eventualmente viniesen rezagados.
Es
inoportuno absolutamente esperar una crisis para amanecer despabilados y hacer
en ese momento un resumen de cuentas. Horacio Vertsbisky desliza, a raíz del evento
Capitanich, cierto desconcierto del Gobierno en la coyuntura. Seguramente
porque advierte, como nosotros, flancos que expone desguarnecidos a una
oposición alerta y a esta altura experta en operaciones erosivas destituyentes.
Tanto
el episodio Capitanich como el twitter de Cristina fueron explotados con
ostensible rédito por una oposición fragmentada pero decidida a afianzar el
cerco: no la reúne el amor a la Patria ni el afecto a un Fiscal, sino el odio
de clase: el olor de la sangre, la victoria pírrica que desea sin suerte
inminente.
Su
agresividad y beligerancia devienen no de su fuerza sino una mezcla explosiva
de miedo al fracaso y audacia. No puede ya retroceder. Eso la torna inestable.
Consciente de su crimen de lesa Democracia, de su reincidencia, lo suyo no
tiene sino una salida: la fuga hacia adelante al precio que fuere.
Desde
mucho antes de estos acontecimientos era nuestra impresión que Twitter no es un
medio para anunciar, decir, discutir que pueda explorar nuestra Presidente. En
principio porque Twitter es un nido de ratas, un nicho ecológico a propósito
labrado para la ocurrencia, el oportunismo, la estocada, la trampa: no por
casualidad se experimenta en Twitter la derecha como en su casa.
Así
pudo enchastrar, enlodar, ensuciar la derecha los logros de una visita
presidencial a esa Nación imponente, milenaria, inverosímil en profundidad, en
extensión, en futuro. Basta de Twitters, entonces.
El
derrape del vocero presidencial, que no debió ocurrir, debe no obstante
situarse en contexto. Porque no es cuestión que al pueblo se le corra
chasqueando el talero sin siquiera tomarse la molestia de bajarse del caballo.
En
absoluto ese episodio es comparable con el nivel de violencia y hostilidad
metódica y permanente del grupo Clarín para con el pueblo argentino. Su apoyo
consistente y permanente a los genocidas lo constituye cómplice del genocidio y
la desaparición forzada de miles de argentinos, y debiera el grupo estar
rindiendo cuentas a la Justicia y al pueblo argentinos y no escribiendo
editoriales en defensa de una libertad de expresión que contribuyó a conculcar.
Tampoco
es momento para una reestructuración profunda y definitiva de los Servicios de
Inteligencia, sí para avanzar tanto como se pueda en el camino correcto. Para
culminarla con éxito el FPV debe triunfar en las presidenciales. Es la tarea.
Y
es el momento de poner el cuerpo, de estar, porque si la Presidente falla, por
condición humana, y queda nada, toda la red, de La Cámpora hacia abajo, que en
el discurso recrearía la militancia y devolvería a la política un prestigio que
había perdido justamente por ausencia de compromiso, de convicciones, de
desprendimiento, de sacrificio, de pueblo, sería no ya derrota, la derrota es
algo serio, gravitante, sino el acto fallido de una juventud bien intencionada
que prometió al pueblo sin consistencia.
Esta
movilización que ahora se critica por sus liderazgos y motivaciones , y que se
inscribe en la ofensiva destituyente en curso, no hubiese tenido lugar si esa
militancia que hasta nada más ayer se jactaba de desbordar estadios, hubiese
acampado miles de compañeros en Olivos y en la Plaza de Mayo, en defensa de la
Democracia, de las Instituciones y de la voluntad soberana del pueblo
argentino.
La
oposición fragmentada, desesperada, destituyente, violenta, beligerante,
antidemocrática, trabaja a destajo contra el pueblo y su gobierno, sorprendida
incluso por un repliegue que no esperaba, y que capitaliza inmediatamente.
Las
vacaciones terminaron, compañeros. Y por si no se enteraron las derechas, este
año, las resignaron. Y se nota la diferencia. Demasiado.
Carlos Echegoy Z.