El oscuro pasado de la sexta empresa agroexportadora del país
Vicentín y el terrorismo de Estado
Las fiscalías federales de Santa Fe y Reconquista investigan los secuestros y torturas ocurridos en 1976 de 22 obreros de uno de los mayores emporios del país, y la probable complicidad de los dueños con la represión ilegal.
Por Ana Fiol
En
noviembre de 1976, 22 obreros de la fábrica Vicentín fueron secuestrados e
introducidos en el circuito del terrorismo de Estado del centro norte
provincial. La Justicia Federal de Santa Fe y Reconquista está investigando la
complicidad entre la empresa y la represión.
Cacho Zarza |
¿Cómo
se hizo esa fortuna, emporio empresarial e integración productiva? En parte,
sobre la sangre y los derechos de sus obreros, sobre las libertades gremiales
de sus delegados, el espionaje y la persecución de sus trabajadores, la corrupción
planificada de los representantes sindicales. Por lo menos 22 obreros, entre
ellos los 14 delegados de sección, fueron secuestrados entre enero y noviembre
de 1976, muchos de adentro mismo de la fábrica, señalados por el jefe de
personal, en autos de la patota cuya nafta pagaba la patronal, con telegramas
de despido coordinados con la Aeronáutica mientras estaban desaparecidos. Las
fiscalías federales de Santa Fe y Reconquista están investigando la
responsabilidad de la Aceitera Vicentín en la represión de los trabajadores y
su complicidad e instigación de delitos de lesa humanidad.
Cotili Venturini |
El
relato que se reconstruye a continuación y que reúne las voces de los ex
obreros Oscar Raúl Zarza, Efrén Venturini, Heraldo Salvador Sinchez y Adelqui
Ramón Gavirondo, debe ser enmarcado en la lucha de los trabajadores de la época
por construir el "Movimiento Obrero de Recuperación Sindical 31 de
Mayo", que se oponía a la burocracia sindical de entonces. La lucha de los
obreros era doble: por un lado, contra la patronal, para obtener el sábado
inglés, pago de horas extras, leche para los soldadores, ropa de trabajo, y
aumento salarial; por el otro, el enfrentamiento con las autoridades de su
propio sindicato. Ambos, la empresa Vicentín y la Federación de Aceiteros, tenían
el mismo enemigo: trabajadores de base que no arreglaban a espaldas de los
suyos.
Lalo Sínchez |
Marcha
del hambre
A
comienzos de los '70 la crisis cierra textiles, ingenios y curtiembres. Se
produce una fortísima migración del campo a las zonas urbanas cuando los hacheros,
los trabajadores de la caña y del caucho se sublevan frente al hambre y a la
discriminación hacia los "criollos" y los "negros". Así se
produjo "el Villazo del Norte" y creció la conciencia sobre derechos
laborales y la organización popular. Muchos de estos despedidos y expulsados
comenzaron a trabajar en Vicentín, que era ya una exportadora importante de
aceites y afines. Estos trabajadores se organizaron y se opusieron a la
Federación de Aceiteros, que entonces respondía a las 62 Organizaciones. "La
polarización entre las bases y la cúpula sindical se hace evidente"
comenta Zarza. "Cuando llegó la fecha de las elecciones, intervinieron el
sindicato y me despidieron de Vicentín; me reincorporaron después, cuando
ganamos". Los trabajadores redoblaron la apuesta y tomaron el sindicato,
al tiempo que se organizaba una huelga que no tenía antecedentes en la zona.
Era la primera vez que los obreros se atrevían a desafiar a la patronal. La
fábrica los denunció y les mandó a la policía, que metió presos a los tres
cabecillas organizadores de la huelga: Oscar Zarza, Aníbal Gall y Efrén
Venturini. Les aplicaron una contravención al código de faltas y los
encarcelaron por cinco días. Cuando salieron siguieron trabajando en la fábrica
y organizándose para ganar el gremio de los Aceiteros y Desmotadores. Se
reunían en el salón de la parroquia y la policía de civil los espiaba por los
techos, los seguían por las calles, los espiaba en sus casas y los infiltraba.
"Vicentín hacia inteligencia, había mucha persecución a los trabajadores y
corrompía a los dirigentes gremiales", dice Venturini.
Gavirondo |
A
pesar de todo, en septiembre de 1974 ganaron el gremio e impusieron una reglas
muy diferentes a las de la burocracia sindical, que siempre había arreglado con
los patrones. No se podía ser secretario general más de dos veces seguidas, y
cada seis meses rotaban los secretarios de la comisión directiva. No querían
traiciones a los obreros, no querían sindicalistas enquistados, mal
acostumbrados a los beneficios de viajes y secretarias. Ni Aníbal Gall -que era
el referente más respetado e importante de los obreros- ni Efrén Venturini
tomaron puestos en el sindicato. "Fue por respeto -dice Efrén-, no
sabíamos ni redactar...yo había ido hasta sexto grado y después a trabajar...y
como laburo no había, mi padre me dijo: 'Ahí tiene las herramientas, el
machete, el cuchillo y la pistola, a cazar al monte para comer".
También
organizaron el Cuerpo de Delegados por secciones de la fábrica, eran 14 y Efrén
Venturini era el delegado general.
Arrecia
la persecución
El
30 de enero de 1976 secuestraron a Oscar "Cacho" Zarza, Aníbal Gall y
a Oscar Ortiz, quien pertenecía al gremio Aceitero de Reconquista. Zarza
recuerda "esta detención vino de adentro de la fábrica, nos llevaron a la
Jefatura de Reconquista, de ahí a la Brigada Aérea y esa noche, junto con otras
40 personas -hombres y mujeres- nos metieron a patadas y bastonazos en un
colectivo que, previa parada en la comisaría de San Justo, nos dejó en la GIR
(Guardia de Infantería Reforzada) de Santa Fe, nos golpearon mucho, estuvimos
15 días desaparecidos y después nos largaron". A todos menos a Aníbal
Gall, en cuya casa encontraron material sindical. Le hicieron una causa y
estuvo preso hasta que terminó la dictadura.
En
septiembre de 1976 la represión se puso muy dura en el norte provincial, fueron
chupando estudiantes y arreció la persecución contra los miembros, abogados y
militantes de las Ligas Agrarias.
El
2 de noviembre secuestraron a Zarza, entre el 3 y el 4 a Venturini, Gavirondo y
otros 18 trabajadores de Vicentín, entre ellos todos los delegados de sección.
Según relatan los tres, los trabajadores fueron secuestrados en la fábrica, en
la entrada o camino al trabajo. Esa noche los llevaron a la Jefatura de
Reconquista, los bajaron amordazados y de ahí a Santa Fe.
Cada
uno cuenta su calvario particular. A Efrén Venturini, la tortura lo dejó muy
lastimado en la ex Policía Caminera durante tres o cuatro días que lo
aguantaron tirado para que se recuperara. Luego, más tortura y finalmente a la
GIR. Él cree que a pesar del tabique y la capucha pudo reconocer las voces de
sus compañeros delegados en este recorrido. Después lo llevaron a Coronda, de
donde -como a muchos- lo trasladaban cada tanto a la comisaría 4ª de Mario
Fasino, que está en Obispo Gelabert y San Martín, para ser torturado. A Oscar
Zarza lo descubrió esposado a la pared con los brazos en cruz, después de la
tortura con picana y quemaduras de varios días. Escuchaba las voces y los
gritos de sus compañeros. Entre ellos, los siete obreros, cuyo nombre quedan en
reserva para no entorpecer la investigación judicial en curso, en la cual se
establece que "las víctimas eran trabajadores de la fábrica aceitera
Vicentín". "Luego de ser detenidos -continúa el texto- los reunieron
a todos en la comisaría de Avellaneda y los trasladaron a la Jefatura de
Policía de Reconquista, donde los alojaron en calabozos separados, hasta la
madrugada del día siguiente que los vendaron, los esposaron, los subieron a un
camión y los trasladaron, acomodados uno arriba de otro, tapados con una lona y
amenazados para no moverse ni gritar. Una vez que arribaron a destino
-posiblemente alguna dependencia policial de Santa Fe- los trataron de la misma
manera, los golpearon fuerte y les hicieron un simulacro de fusilamiento, todo
ello durante tres días aproximadamente que fueron trasladados hacia la Guardia
de Infantería Reforzada. Tiempo después fueron llevados a la Cárcel de
Coronda".
Entre
el 3 y 5 de noviembre, la fábrica les envió un telegrama que los conminaba a
presentarse a trabajar en 24 horas, so pena de ser despedidos. Esta era una
estrategia que usaron otras empresas que trabajaron con la dictadura para
eliminar la resistencia obrera, el despido con aparente justa causa. Efrén y
Oscar contaron: "Ellos sabían que estábamos desaparecidos, si nos llevaron
de la fábrica misma". Una estrategia patronal para librarse de los obreros
"problemáticos" y ahorrase una fortuna en indemnizaciones. Al
trabajador Heraldo Salvador Sinchez lo secuestraron y despidieron el mismo día
de principios de 1977: "Una tarde me llegó el telegrama de despido y esa
noche me sacaron de mi casa, me encapucharon y me tiraron en una camioneta. De
la Jefatura de Reconquista me llevaron a la Base Aéra, donde me torturaron por
días, después a la GIR, había muchos obreros de Vicentín ahí... al mes me
largaron".
Efrén
Venturini declaró ante la Conadep. Oscar Zarza y Adelqui Gavirondo lo hicieron
en la causa Base Aérea. Muchos nunca hablaron porque todavía tienen miedo.
Otros, sólo están esperando la oportunidad de contar su historia y de que se
haga justicia.
Fotos: NorteAmplioDDHH
Fotos: NorteAmplioDDHH