Tribunal Federal
El
día miércoles 27 de diciembre, a partir de las 9 hs, continuará el juicio oral y público que se lleva a cabo en Santa Fe juzgando a los responsables de la conducción de la cárcel de
Coronda durante la última dictadura militar, prisión por donde pasaron decenas de cautivos políticos del norte santafesino. En el banquillo de los acusados
están sentados los comandantes de Gendarmería Nacional Adolfo Kushidonchi y
Juan Domínguez.
Para
presentarse ante el Tribunal Oral Federal, están citados a declarar ese día los
ex presos políticos Carlos Courault
(Bs As), Eugenio Acosta (Santa Fe), Raúl Borsatti (Reconquista), Rogelio Alaniz (Santa Fe) y José María Ramat (Entre Ríos)
El Penal de Coronda fue cárcel centralizadora de los detenidos políticos mayoritariamente oriundos de las provincias de Santa Fe y Entre Ríos, entre 1975 y 1979, hasta mayo de aquel año (79) que fue cuando los prisioneros fueron trasladados a Capital Federal ante la llegada al país de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que venía a constatar la situación de los DDHH en Argentina ante la serie de denuncias formuladas por las aberraciones que cometía la dictadura cívico-militar.
Tras esta jornada del 27, el Tribunal volverá a sesionar con este juicio el día 8 de febrero de 2018 (cuarta semana).
El Penal de Coronda fue cárcel centralizadora de los detenidos políticos mayoritariamente oriundos de las provincias de Santa Fe y Entre Ríos, entre 1975 y 1979, hasta mayo de aquel año (79) que fue cuando los prisioneros fueron trasladados a Capital Federal ante la llegada al país de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que venía a constatar la situación de los DDHH en Argentina ante la serie de denuncias formuladas por las aberraciones que cometía la dictadura cívico-militar.
Tras esta jornada del 27, el Tribunal volverá a sesionar con este juicio el día 8 de febrero de 2018 (cuarta semana).
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"Un objetivo
militar"
Fue el único penal
del país al mando de la Gendarmería y se transformó en un campo de
concentración. Son los datos que se desprenden del juicio que se sigue en Santa
Fe.
La
cárcel de Coronda era la única al mando de Gendarmería en todo el país durante
la dictadura. La convirtieron en un campo de concentración del terrorismo de
estado. "Los presos políticos éramos
un objetivo militar", dijo uno de los sobrevivientes Francisco Klaric, al declarar esta
semana en el juicio a dos ex jefes del penal, los ex comandantes Adolfo Kushidonchi y Juan Angel Domínguez, por delitos de
lesa humanidad. Detrás de los muros "contó‑ se aplicaba "un
plan sistemático para destruirnos como seres humanos". "Kushidonchi era el más perverso".
En su testimonio ante el Tribunal Oral de Santa Fe, Klaric recordó el coraje
del ex arzobispo, monseñor Vicente Zazpe
para romper el aislamiento de los detenidos políticos en el Pabellón 5,
destinado a los "irrecuperables" y las presiones del ex juez Víctor
Brusa para que entregara al líder de UPCN Alberto
Maguid por un supuesto vínculo con Montoneros.
Violencia
y degradación. Klaric asoció las torturas a dos hechos: el golpe del "76 y
después, cuando la Gendarmería se hizo cargo de la cárcel. "El régimen se
puso insoportable. No teníamos ninguna posibilidad de que entendieran que
éramos seres humanos", dijo. A los jefes del penal, Octavio Zirone (ya fallecido) y a su segundo, Kushidonchi "les costaba conseguir gente dispuesta a
degradarse en la violencia, esa corrupción que implica la inmoralidad de
agredir a una persona. Transformaron al agente penitenciario en un torturador",
planteó. "Nos aislaron. Estábamos a merced de los carceleros, que eran
dueños de hacer con nosotros lo que quisieran: golpearnos, meternos en los
"chanchos"", como llamó a los calabozos de castigo.
La
foto maldita. La persecución le costó a Klaric un cerrojo a su esposa y a sus
hijos en Casilda. No tenía contacto con su familia. Su único bien era una foto
de los chicos. "No había requisa en la que no tiraran la foto al piso y la
escupieran". "Me costaba
entender cómo podían llegar a esto. Nos rompían los colchones y vaciaban la
lana en el suelo. ¿Hasta dónde el ser humano está dispuesto a degradarse?",
se preguntó.
Locos
o muertos. Una de las pruebas del juicio es un manual de acción sicológica del
Ejército para quebrar a los presos políticos. "Coronda fue el campo de
concentración más violento del plan de destrucción psíquica", recordó
Klaric. "No había manera de tener
estabilidad emocional. Cualquier psiquiatra sabe que desestabilizar al detenido
es buscar el quiebre, llevarnos al mundo del miedo y la oscuridad".
"Querían enloquecernos" o
que "nos suicidáramos. Ese era el
triunfo de ellos". Admitió que a él le rondaron esos fantasmas.
"Nadie me va a sacar de la cabeza" que a otro de sus compañeros que
tuvo un final trágico, Juan José Perassolo, "lo atrapó la cárcel".
"Este sufrimiento no se va nunca".
Y consideró crímenes las muertes de Juan
Carlos Voisard (en agosto de 1976, que se investiga en otra causa), Luis Alberto Hormaeche (en diciembre
de 1977) y Raúl Manuel San Martín
(en abril de 1979, que se juzgan en el juicio). "Los dejaron morir".
Los
300 abrazos. El recuerdo de Zazpe lo emocionó. "Sufría, le molestaba el oprobio de la cárcel", dijo Klaric.
Monseñor tenía prohibido entrar al Pabellón 5 de los"irrecuperables".
En una visita les pidió a los guardias saludar a los internos "desde
arriba". El pabellón tiene tres pisos. Ellos le gritaron que no lo podían
ver. Entonces, Zazpe pidió que le abrieran la puerta. "Salimos todos y lo
saludamos, aprovechamos ese resquicio de libertad". "Voy a pasar a
saludarlos", les dijo el cura. Y los abrazó a todos. "Éramos 300. Nos
abrazó uno por uno. A Zazpe, lo voy a llevar en mi corazón, siempre, por su
valentía".
Zazpe
delegó la tarea pastoral en el párroco de Coronda, Albino Táccari. Pero antes de cada visita, los presos debían pasar
por un plantón de tres horas de cara a la pared, ordenado por la guardia. "Lo que le contábamos, él se lo decía a
Zazpe". Hasta que un día le dijo: "Pancho, no vengo más. No soporto lo que le hacen a ustedes. No me puedo
convertir en un hijo de puta". Y no volvió más".
La
plata, la plata. Klaric contó cuando Brusa lo interrogó en la cárcel. "Me ataron a una silla y me caminaba
alrededor para que yo entregara a Maguid", dijo. "¿Le ofreció
algo a cambio?", le preguntó el fiscal Martín Suárez Faisal. "Brusa
quería que yo denunciara que Maguid tenía plata de los Montoneros, que UPCN
tenía plata en el banco de los Graiver. Lo que querían era la obra social del
gremio. Brusa quería que yo lo involucrara a Maguid para que ellos puedan presionarlo.
Se necesitaban dos firmas para sacar esa plata", sostuvo Klaric.
Los
judíos. Klaric dijo que por su apellido creían que era judío. "Eran los
cobraban el doble", recordó. "Los judíos y las mujeres eran
doblemente torturados y vejados" en los chupaderos de la dictadura. "Varias veces me dijeron: `judío de mierda'".
(Juan Carlos Tizziani- Rosario12)
Fotos: "El Colectivo"