VAN
A VOLVER El
cuerpo largo y la cara huesuda del Tano Sandrigo se acomodaron lento en
la silleta, una vida tranquila, el amor a los hijos y a la eterna compañera,
deberían ser suficientes para encarar una vejez serena, pero algo le anda
faltando, hay que sacar todo afuera, hay que cerrar una etapa de la historia. Mañana
viaja a la capital, mañana lo dice todo, hasta lo más doloroso, sabe que no va
a estar solo, todos los compañeros estarán ahí. Hoy
se levantó temprano, se preparó el mate y se sentó en la vereda. A cierta edad
las horas de sueño son pocas y los recuerdos son muchos, pero hoy, a destiempo
como fantasmas que escupen a borbotones, intrépidos y sin permisos los
pensamientos se clavaron en aquel martes 19 de octubre de 1.976. Aquel día
ingresó 15 minutos antes al frigorífico, lo primero que notó, aquel mediodía,
fue los Falcón verdes sin patente, estacionado sobre la calle; luego, vio a dos
individuos desconocidos y a varios policías en la oficina de personal. Con una
extraña sensación en el estómago, rápido pero alerta, se dirigió a su puesto de
trabajo y a los pocos minutos escucha el grito del encargado: -- Sandrigo,
vaya a la oficina de personal, lo busca la policía, está autorizado a
retirarse. El
trecho hasta la oficina se hizo eterno y no pudo pensar nada con claridad. Sin
mediar palabras lo detuvieron, lo llevaron a la jefatura de policía y lo
tiraron en un calabozo junto a otros detenidos. La golpiza y los insultos no
pararon hasta la noche, cuando entro un oficial y les dijo: -- Acá
tienen un balde de agua y un peine, a ver si las nenas se ponen lindas por que
las vamos a llevar de paseo a Santa Fe. Cuando
los sacaron, lo primero que vio fue el colectivo de la Base Aérea, pero lo que
más le llamo la atención, fue el tipo elegante parado en la puerta que les
decía: --“Vayan
tranquilos, que si no tienen nada que ver van a volver de nuevo”. El
Tano Sandrigo, obrero del Frigorífico y militante del Sindicato de la
Carne, pensó que ese individuo debía ser alguien de mucha jerarquía; un compañero
de detención se encargó de aclararle que ese era el Capitán Sambuelli. Después
de pasar por la Guardia de Infantería de Santa Fe, los penales de Coronda, La
Plata y Caseros; el 17 de Noviembre de 1.981, luego de cinco años de
padecimiento, el Tano Sandrigo con cien años en su espalda y mil
cicatrices en su cuerpo, es dejado en libertad. No
fueron fáciles los días por venir, nunca recuperó su trabajo en el frigorífico,
lo que lo obligó a trabajar en la Construcción. Dos años después de su
liberación se encontraba trabajando para una empresa constructora en la Base
Aérea, cuando se presenta el Oficial de servicio, quien lo mira fijo y se
retira apresurado: Era el mismo individuo que aquel 19 de Octubre de 1.976, en
la entrada de la jefatura de policía les decía, vayan tranquilos: El Capitán Sambuelli.
MARCELO VILLÁN, de su libro pronto a aparecer
“20 utopías y una razón de vivir”
Diciembre 2008: EDEN SANDRIGO (anteojos), frente Comisaría 4ta. Santa Fe