AQUELLAS NOCHES DE“LA
CAPITAL DEL ENTUSIASMO” En una nueva edición del semanario radial LA MIRADA (Ciudad 88.1) una de sus columnas estuvo abocada a explicar
de qué se trata un nuevo libro que esta ciudad ve a luz: la historia
del Festival del Noreste. Aquellos encuentros anuales masivos de
cultura y sociedad, en el marco de contextos políticos…LA ALEGRÍA NO TIENE FIN? Acaba
de aparecer, “Reconquista,
Capital del Entusiasmo”
(primera
parte, 1967-1983 / 370 paginas),
cuya autoría
es del investigador ALDO
SOTELO, con prólogo de
Luis Landriscina,
quién tuvo oportunidad de estar presente en el escenario del
entonces predio
del club Atlético
Adelante, en aquel febrero de 1967. Dice Landriscina en el
prólogo, “para
mí Reconquista es una ciudad que me resulta muy amena, muy familiar,
donde he dejado amigos, acá viví momentos muy lindos en mis
inicios, por eso me alegra que alguien se pusiera a dejar escrita
esta historia tan importante que dejó el Festival del Noreste
Argentino... Hago
votos para que pueda volver una fiesta popular como ésta a la
ciudad, sobre todo para transmitir a los jóvenes la necesidad de
conservar en la memoria colectiva la cultura de la gente del norte
del país”. Un
2 de febrero de aquel
año
se inició lo que sus forjadores señalan como una verdadera
“patriada” en ese momento, lo cual supone un largo período de
organización orientado a lograr la adhesión del público, a una
iniciativa inédita para la ciudad de Reconquista y la
zona. No se trataba en sus comienzos de un intento, sino de
convertir esos anhelos en una realización concreta sobre bases
sólidas que permitan al festival sobrevivir en el tiempo. En ello se
embarcaron los grupos rurales de La Lola, El Pilagá, Barros Pazos,
el Centro
de Promoción Humana,
y la Juventud
Cooperativista de Avellaneda,
quienes luego de una prolongada reunión en las instalaciones del
Ateneo
Social,
deciden conceder la responsabilidad legal en la organización del
festival, a la Liga
de Padres de Familia
de la Diócesis
de Reconquista (tiempos
del Obispo Juan
Iriarte). Durante
todo el tiempo que tuvo vigencia, el Festival del Noreste Argentino
se ganó un lugar preponderante en el seno de toda la comunidad del
norte santafesino que acompañó su realización sin retaceo durante
muchos años. Quizás lo más importante, más allá del
desfile de artistas de primer nivel a quienes siempre se sumaron los
músicos, conjuntos y ballet de la zona, fue el objetivo, los fines,
para qué el festival, porque el destino de los recursos mientras
hubo balances favorables, fueron a parar a la construcción del
edificio del Instituto Reconquista y a apoyar a tres escuelas de
monte ubicadas en el radio de la Cuña Boscosa Santafesina: La
Cigüeña, El Chañar y en
una ultima etapa, la de
Fortín Olmos. Fue en sus mejores años un festival bien
popular, la gente que llegaba caminando en colas que eran
interminables paralelas al Boulevard Yrigoyen, las entradas en las
plateas se compraban con mucha anticipación, la cartelera de
artistas que actuaban cada noche eran de primer nivel, era el
festival que no se suspendía por lluvia, siempre había para el
choripán, la torta frita o para el “supermóvil YPF” (latas
como vasos)
cargado de vino con hielo y soda, las tribunas colmadas de
entusiastas que animaban con sus gritos y sus palmas toda la noche,
los
intérpretes y muchas veces el compromiso político en su música, los
encuentros de fútbol entre artistas y organizadores, las caminatas
de aquellos que llegaban antes por las calles de la ciudad o la
recordada cabalgata que una vez realizó JORGE
CAFRUNE
partiendo de La Calera (Minera
Unquillo, calle
Ituizangó); más de 300 colaboradores ad honorem que se movían para que nada
faltara en el predio y como no recordar el sonido de Publimac
de Miguel Angel Castillo,
con poca tecnología, con apenas dos micrófonos en el escenario para
solistas y conjuntos.PRAGMATISMO Con
un inicio netamente folklórico, a partir de 1989 se sumaron otros
géneros musicales, lo cual generó
alguna oposición porque el festival se alejaba de las raíces del
inicio,
sin embargo el apoyo del
público se mantuvo por un tiempo. Lo que cambió, fueron los costos
de cada jornada festivalera porque eran muy altos y los riesgos que
se asumían también. La
nefasta década del 90 nos va a dejar sin corsos ni carnavales,
un evento que luego se va a poder recuperar nuevamente, el festival
tampoco saldrá indemne de ese período. La crisis económica
que se vivía en esos años sobre el final del Siglo XX también va
a pegar fuerte en las finanzas del festival que en un momento va a
acumular varios años de importantes pérdidas, lo que lleva a que el
obispo de aquel momento, Juan Rubén Martínez, dijera, ‘esto
así no puede continuar’. Es así que su organización se suspende
en el año 2000.
Mejorada
la situación económica del país, en 2005 retorna nuevamente el
canto al predio del Instituto Reconquista, pero su vida va a ser
corta porque el público sobre el final de la segunda década va
dejar de brindar su apoyo y la música tuvo que callar para siempre.
El contexto comunicacional y
social era distinto.
Lo que podrán leer en este primer
libro es la rica historia del festival desde sus inicios en 1967
hasta 1983, un período 100% folklórico, la segunda parte irá desde
1984 hasta 2018 cuando la música del festival deja de sonar.
En
sus últimos años ya había dejado de ser aquella convocatoria
popular que tenía precios accesibles para que todas las familias
pudieran asistir, el encuentro perdía su encanto, la situación
económica del país tampoco ayudaba y quienes conducían la
organización del mismo no encontraron ni el rumbo ni el
camino para que la música festivalera se siga escuchando.Revista ASI- Bs As-1967
Programas tipo folleto con grilla de artistas, y lugares en blanco en sus páginas para los autógrafos
Programas tipo folleto con grilla de artistas, y lugares en blanco en sus páginas para los autógrafos