Rosario12:
Sigue el histórico juicio por delitos de lesa humanidad en la cárcel de Coronda
Sigue el histórico juicio por delitos de lesa humanidad en la cárcel de Coronda
DEL CAMASTRO DE TORMENTOS A LA CELDA
En
una nueva audiencia del juicio dos de los sobrevivientes relataron cómo sacaban
a los presos políticos de Coronda para después torturarlos en chupaderos de la
dictadura.
Foto: José Cettour |
Coronda
fue el único penal administrado por Gendarmería.
Para
zafar de la tortura en un chupadero del terrorismo de estado en Santa Fe, Raúl
Borsatti inventó un nombre simbólico: Juan Esperanza. La ocurrencia le costó
más suplicios cuando se anotició en la cárcel de Coronda que otro se llamaba
así: Juan Speranza. El imaginario tenía homónimo. Un día los sacaron a los dos,
los llevaron a la comisaría 4ª y luego a un centro clandestino en las afueras,
donde se repitieron los tormentos. "Me picaneraron muy fuerte. Pensé que
no salía más", contó. A Speranza no lo tocaron porque Raúl explicó que su
compañero no era el de la utopía para resistir a la desesperanza y aferrarse a
la vida. El relato ante el Tribunal Oral de Santa Fe reveló cómo eran los
traslados de los detenidos políticos en Coronda al circuito represivo del
Ejército: De la maquinaria del terror, al camastro de tormentos y el regreso a
la celda. "La cárcel era un centro de destrucción psíquica de las
personas", sintetizó Borsatti.
El
juicio por delitos de lesa humanidad en la cárcel de Coronda es histórico. Era
la única en el país que quedó al mando de la Gendarmería, después del golpe. Y
hoy, 40 años después, son juzgados sus jefes: los ex comandantes Adolfo
Kushidonchi y Juan Ángel Domínguez, por homicidios y tormentos agravados,
porque el tercero, Octavio Zirone, falleció durante la investigación.
"Kushidonchi era el más perverso", dijo uno de los primeros en
testimoniar, Francisco Klaric. Borsatti coincidió.
-En
tres semanas de diciembre ya declararon catorce ex presos políticos ante los
tres jueces del Tribunal: María Ivón Vella (que lo preside), José María Escobar
Cello y Luciano Lauría. Y en la última audiencia, les tocó a Carlos Courault,
Eugenio Acosta y Borsatti. El juicio se reanudará el 8 de febrero.
-Acosta
relató ese traslado de la cárcel a la tortura. "¿Cómo lo
sacaron"", le preguntó el fiscal Martín Suárez Faisal.
"Encapuchado". "Me llevaron a la comisaría 4ª, me interrogan con
una golpiza tremenda y me hacen firmar un papel que no pude leer". Uno de
los represores de la patota era el ex juez Víctor Brusa. "Lo reconocí por
el timbre de la voz". "No sé si ese día o al siguiente" el
propio Brusa lo interrogó a cara descubierta, en la misma comisaría. "Me
tomó una declaración judicial y había estado cuando la patota me
golpeaba". Después, la vuelta a Coronda.
"Chanchos
eran las celdas de castigo, los encierros en la oscuridad. Con un solo pulóver,
en pleno invierno y sin colchón".
-El
traslado de Borsatti fue en noviembre de 1976. Cayó en enero de ese año, y para
zafar de los tormentos inventó un nombre simbólico: Juan Esperanza. En Coronda,
se enteró que otro compañero se llamaba así: Juan Speranza. "Nos llevaron
a los dos. Me torturan. Pudo quedar claro que yo no hablaba de él".
‑¿Dónde lo llevaron?- le preguntó el abogado querellante
Guillermo Munné.
‑Me llevan a mí y a Juan Speranza a la Guardia de
Infantería Reforzada (GIR), a la comisaría 4ª y luego a la Casita (como llamó
al chupadero). Me picanearon muy fuerte. Pensé que no salía más. A Speranza no
lo torturan porque no era quien yo había dicho. Me arman una causa",
relató. Munné y su colega Lucila Puyol patrocinan las querellas de Hijos y del
Periscopio, la asociación que identifica a los presos políticos de Coronda.
‑¿Pudo denunciar las torturas? ¿Recibió atención médica?
‑No podías denunciar nada- dijo. La orden era: "Volvé
a tu celda y quedate tranquilo". "Coronda era un centro de torturas y
destrucción psicológica", explicó Borsatti y recordó a su compañero Raúl
Cominotto, quien pasó a la cárcel de La Plata, donde rompió sábanas, las
trenzó, anudó el lazo y se tiró. La muerte lo atrapó, en 1980. "Eran
crueles. Buscaban destruirte, quebrarte o que te suicides", dijo el
testigo.
-Borsatti
contó "la historia de los chanchos" y las secuelas en sus pulmones.
Chanchos eran las celdas de castigo, los encierros en la oscuridad. Lo llevan
al calabozo "con un solo pulóver, en pleno invierno. Un frío terrible.
Hasta el colchón te sacaban y te lo devolvían a la noche. Comencé a tener
diarrea. En La Plata, tuve pulmonía y quedé jodido".
-Al
recordar a su familia, Borsatti se quedó sin voz. El hijo que nació durante su
cautiverio y recién pudo alzar a los cinco años. Y el que lo escuchaba en la
sala del Tribunal, ya con 30. "Al bebé no me lo dejaban ver".
"Kushidonchi era un perverso". Y entregó al Tribunal cuatro cartas.
Una al cura de Reconquista Guillermo Exner, al que le piden si podía bautizar a
Mariano, en la cárcel de Coronda, en noviembre de 1976. Y tres dirigidas a
Kushidonchi, en abril y diciembre de 1978, en la que la madre de Raúl y de
otros presos políticos reclaman que traten a sus hijos como "seres
humanos".
‑¿Cómo consiguió esas cartas?, le planteó la jueza Vella.
‑Estaban en el archivo de mi hermana- cerró Raúl.
Rosario12- Juan Carlos Tizziani
Aclaración: el cura Exner era párroco de Maciel, a 60 kms de Coronda.