Santa Fe:
17 y 22
años de cárcel para los oficiales (GN) Domínguez y Kushidonchi
Frente al Tribunal, anunciada la sentencia, micrófono en mano habla LUIS LARPIN, uno de los constructores silenciosos de esta causa impulsada por El Periscopio |
Dos
comandantes de Gendarmería fueron condenados hoy en Santa Fe a penas de entre
17 y 22 años de prisión por el delito de tormentos cometido en 1976-77, cuando
eran interventores de la cárcel de Coronda, en perjuicio de 38 presos
políticos, dos de los cuales murieron a consecuencia de la tortura. El TOF de
Santa Fe condenó a los comandantes de Gendarmería (RE) Juan Ángel Domínguez y Adolfo
Kushidonchi a 17 y 22 años de prisión, respectivamente. Los jueces María Ivón Vella (presidenta del TOF), José María Escobar Cello y Luciano Lauría
resolvieron además que ambos condenados sigan en prisión domiciliaria "hasta tanto perduren las circunstancias por
las cuales oportunamente se les concediera el beneficio".
Domínguez,
comandante principal (RE) de Gendarmería Nacional, de 77 años, fue considerado
en la sentencia "autor penalmente
responsable de los delitos de tormento agravado por tratarse de perseguidos
políticos en 38 casos y por tormento doblemente agravado por tratarse de un
perseguido político y por resultar la muerte de la persona en perjuicio de Luis Hormaeche".
A
su vez, Kushidonchi, comandante mayor (RE) de Gendarmería, de 78 años, fue
condenado a 22 años de prisión por los delitos de tormento agravado por
tratarse de perseguidos políticos en 38 casos y por tormento doblemente
agravado por tratarse de un perseguido político y por resultar la muerte de la
persona en perjuicio de Raúl San Martín.
La
presidenta del TOF, quien leyó el veredicto, informó que el tribunal volverá a
reunirse en audiencia el 6 de junio a las 18.30 para dar a conocer los
fundamentos de la condena.
La
lectura fue seguida por centenares de personas que se agolparon a las puertas
del Tribunal, en Primera Junta y San Jerónimo, y festejaron ruidosamente la
condena impuesta a los dos gendarmes procesados.
Entre
otras entidades representadas en la lectura de sentencia estuvieron las Madres
de Plaza de Mayo, la agrupación HIJOS, Familiares de Desaparecidos por Razones
Políticas y los querellantes de la Asociación El Periscopio, integrada por ex
presos políticos de Coronda, así como funcionarios, legisladores,
organizaciones gremiales, sociales y políticas.
Las
condenas fueron similares a las solicitadas por el fiscal general Martín Suárez Faisal (pidió 25 años
para Kushidonchi y 20 para Domínguez), en tanto los querellantes Lucila Puyol y Guillermo Munné habían requerido prisión perpetua para ambos.
Los
abogados Guillermo Morales y Claudio Torres del Sel, defensores de
los acusados, habían pedido la absolución.
Los
acusados comparecieron a lo largo de todo el juicio por videoconferencia (salvo
Kushidonchi en la primera jornada) desde las ciudades donde residen debido a un
beneficio otorgado en virtud de sus respectivas condiciones de salud.
La
condena avaló lo actuado en la instrucción y en el debate oral acerca de que la
cárcel de Coronda fue un lugar de confinamiento de presos políticos desde 1974
y que, a partir del golpe de estado del 24 de marzo de 1976, se dio "una llegada masiva de perseguidos políticos
y se agravaron las condiciones degradantes de detención".
Domínguez
fue director interventor de ese penal entre el 8 de febrero y el 27 de marzo de
1977 y desde el 18 de noviembre de ese año al 1 de febrero de 1978.
Kushidonchi, alias "El japonés", dirigió la cárcel
corondina entre el 10 de noviembre de 1976 y el 13 de febrero de 1977, y por un
período de varios meses desde el 1 de febrero de 1978.
En
esta causa también era investigado por delitos de lesa humanidad otro
comandante retirado de Gendarmería, Octavio
Zirone, pero murió en Buenos Aires a mediados de 2014.
Texto: Germán Ulrich -Télam-Santa
Fe
"Es un gran
logro ya no son impunes"
Son
dos ex comandantes de Gendarmería que condujeron el penal durante la dictadura.
Enfrentan penas de 22 y 17 años de prisión.
Fueron
dos gritos. Y los dos, cuando la presidenta del Tribunal Oral de Santa Fe María
Ivón Vella anunció la condena a los comandantes de Gendarmería que dirigieron
la cárcel de Coronda durante la dictadura: Adolfo Kushidonchi a 22 años de
prisión y Juan Angel Domínguez a 17 años por "tormentos agravados" a
38 perseguidos políticos y la muerte de dos de ellos, Luis Alberto Hormaeche y
Raúl San Martín. Eran gritos de la calle ocupada por los sobrevivientes de
aquel régimen del terror, el mismo que Kushidonchi anunciaba a sus prisioneros:
"De acá van a salir locos o muertos". Pero no eran gritos de alegría
o peligro. Era un alivio colectivo, una reparación por los sufrimientos que
atravesaron centenares de cuerpos, muros del penal y años de democracia.
"Venimos acá a dejar nuestros dolores", dijo uno de los ex presos
políticos, Francisco Klaric, en la mejor síntesis de un martirio de 40 años que
terminó ayer. El fin de la impunidad. Y ellos estaban allí para escuchar el
veredicto del juicio. "Condenar a los comandantes de Gendarmería en los
años negros, duros y oprobiosos de Coronda no es poca cosa, es algo
extraordinario que sentará un precedente muy importante en la Argentina. Ya no
están impunes", planteó su compañero Ricardo Peirone, ex intendente de Rafaela.
Los
abogados querellantes Lucila Puyol y Guillermo Munné habían solicitado cadena
perpetua para los acusados y el fiscal Martín Suárez Faisal 25 años de prisión
para uno y 22 para el otro. El Tribunal los condenó a 22 años a Kushidonchi y a
17 a Domínguez, tres años menos de lo que pidió el Ministerio Público, que
cumplirán en su domicilio, uno en
Moreno, provincia de Buenos Aires y el otro en Salta. Los fundamentos del fallo
se conocerán el 6 de junio, a las 18.30.
A
media mañana, la jueza Vella les ofreció la posibilidad de decir las últimas
palabras. Kushidonchi se escudó en el silencio. Domínguez en la Iglesia
Católica y en su compromiso con los Cursillos de Cristiandad. "Cursillitas
también eran el dictador Juan Carlos Onganía y el genocida Danilo Sambueli,
condenado por torturas y violaciones en la Base Aérea de Reconquista",
dijo Munné después de la audiencia.
La
lectura del veredicto se siguió por pantallas de TV en las puertas del
Tribunal. Por la cárcel de Coronda pasaron más de 1.100 presos políticos entre
1975 y 1979, el juicio se limitó a sólo 38 detenidos, así que ayer muchos de
ellos y sus familias se convocaron desde toda la provincia. En la pequeña
multitud estaban el presidente del PJ Ricardo Olivera, las diputadas Silvina Frana
y Patricia Chialvo, el secretario de Derechos Humanos de la provincia Marcelo
Trucco y sus dos subsecretarios Publio Molinas y Ramón Verón, entre otros.
"Esta es una reivindicación de los compañeros que sufrieron tantas
injusticias. La historia siempre triunfa", dijo Olivera. Chialvo coincidió
que la sentencia es simbólica. "La dictadura no fue sólo militar sino
también cívica. Hay una parte de justicia que se cumplió, pero falta otra, así
que hay mucho trabajo por hacer".
El
ex diputado Orlando Barquín era uno de los más emocionados. "Es
conmovedor" este avance de la "justicia y la memoria de todos
aquellos que quedaron en el camino". Su compañero de celda Francisco
Klaric interpretó el veredicto como la sanación de "nuestros
dolores". "Y una enseñanza a los jóvenes. Coronda fue un campo de
exterminio, pero también un lugar de resistencia. Es la demostración que el
amor es más fuerte que el odio. Por eso estamos acá. No nos han vencido".
"La
justicia llega por la movilización popular" y los gobiernos de Néstor y
Cristina Kirchner, fieles a la consigna que en la Argentina no se violan los
derechos humanos", dijo Francisco Sobrero. "Más allá de la relación
política de este momento, esta sentencia también una señal para todos los
sátrapas que hoy cometen tropelías en perjuicio del pueblo argentino, que
tengan presentes que mañana o dentro de 40 años también se los va a
juzgar", advirtió.
El
ex concejal Nicolás Piazza valoró la condena
a Kushidonchi y Domínguez. "Pero hay muchos más que tendrán que
rendir cuentas ante la justicia. Es un mensaje para aquellos que fueron
"capangas"en la cárcel o "informantes" de la dictadura
afuera, que sepan que la justicia en algún momento llega".
Entre
cánticos y abrazos, Lucila Puyol no dejaba de llorar. "Es que escuchar los
testimonios de la cárcel de Coronda fue desgarrador, como operaba la maquinaria
del terror, la amenaza de Kushidonchi que sólo iban a salir "locos o
muertos".
Juan Carlos Tizziani- Rosario 12- 12/5/18
Fotos: Raúl Borsatti