Memoria, Verdad y Justicia en el Norte Santafesino

domingo, 31 de diciembre de 2017

CENTINELAS (GN) EN EL BANQUILLO

Rosario12:
Sigue el histórico juicio por delitos de lesa humanidad en la cárcel de Coronda
DEL CAMASTRO DE TORMENTOS A LA CELDA
En una nueva audiencia del juicio dos de los sobrevivientes relataron cómo sacaban a los presos políticos de Coronda para después torturarlos en chupaderos de la dictadura.

Foto: José Cettour

Coronda fue el único penal administrado por Gendarmería.
Para zafar de la tortura en un chupadero del terrorismo de estado en Santa Fe, Raúl Borsatti inventó un nombre simbólico: Juan Esperanza. La ocurrencia le costó más suplicios cuando se anotició en la cárcel de Coronda que otro se llamaba así: Juan Speranza. El imaginario tenía homónimo. Un día los sacaron a los dos, los llevaron a la comisaría 4ª y luego a un centro clandestino en las afueras, donde se repitieron los tormentos. "Me picaneraron muy fuerte. Pensé que no salía más", contó. A Speranza no lo tocaron porque Raúl explicó que su compañero no era el de la utopía para resistir a la desesperanza y aferrarse a la vida. El relato ante el Tribunal Oral de Santa Fe reveló cómo eran los traslados de los detenidos políticos en Coronda al circuito represivo del Ejército: De la maquinaria del terror, al camastro de tormentos y el regreso a la celda. "La cárcel era un centro de destrucción psíquica de las personas", sintetizó Borsatti.
El juicio por delitos de lesa humanidad en la cárcel de Coronda es histórico. Era la única en el país que quedó al mando de la Gendarmería, después del golpe. Y hoy, 40 años después, son juzgados sus jefes: los ex comandantes Adolfo Kushidonchi y Juan Ángel Domínguez, por homicidios y tormentos agravados, porque el tercero, Octavio Zirone, falleció durante la investigación. "Kushidonchi era el más perverso", dijo uno de los primeros en testimoniar, Francisco Klaric. Borsatti coincidió.
-En tres semanas de diciembre ya declararon catorce ex presos políticos ante los tres jueces del Tribunal: María Ivón Vella (que lo preside), José María Escobar Cello y Luciano Lauría. Y en la última audiencia, les tocó a Carlos Courault, Eugenio Acosta y Borsatti. El juicio se reanudará el 8 de febrero.
-Acosta relató ese traslado de la cárcel a la tortura. "¿Cómo lo sacaron"", le preguntó el fiscal Martín Suárez Faisal. "Encapuchado". "Me llevaron a la comisaría 4ª, me interrogan con una golpiza tremenda y me hacen firmar un papel que no pude leer". Uno de los represores de la patota era el ex juez Víctor Brusa. "Lo reconocí por el timbre de la voz". "No sé si ese día o al siguiente" el propio Brusa lo interrogó a cara descubierta, en la misma comisaría. "Me tomó una declaración judicial y había estado cuando la patota me golpeaba". Después, la vuelta a Coronda.

"Chanchos eran las celdas de castigo, los encierros en la oscuridad. Con un solo pulóver, en pleno invierno y sin colchón".
-El traslado de Borsatti fue en noviembre de 1976. Cayó en enero de ese año, y para zafar de los tormentos inventó un nombre simbólico: Juan Esperanza. En Coronda, se enteró que otro compañero se llamaba así: Juan Speranza. "Nos llevaron a los dos. Me torturan. Pudo quedar claro que yo no hablaba de él".

¿Dónde lo llevaron?- le preguntó el abogado querellante Guillermo Munné.
Me llevan a mí y a Juan Speranza a la Guardia de Infantería Reforzada (GIR), a la comisaría 4ª y luego a la Casita (como llamó al chupadero). Me picanearon muy fuerte. Pensé que no salía más. A Speranza no lo torturan porque no era quien yo había dicho. Me arman una causa", relató. Munné y su colega Lucila Puyol patrocinan las querellas de Hijos y del Periscopio, la asociación que identifica a los presos políticos de Coronda.
¿Pudo denunciar las torturas? ¿Recibió atención médica?
No podías denunciar nada- dijo. La orden era: "Volvé a tu celda y quedate tranquilo". "Coronda era un centro de torturas y destrucción psicológica", explicó Borsatti y recordó a su compañero Raúl Cominotto, quien pasó a la cárcel de La Plata, donde rompió sábanas, las trenzó, anudó el lazo y se tiró. La muerte lo atrapó, en 1980. "Eran crueles. Buscaban destruirte, quebrarte o que te suicides", dijo el testigo.
-Borsatti contó "la historia de los chanchos" y las secuelas en sus pulmones. Chanchos eran las celdas de castigo, los encierros en la oscuridad. Lo llevan al calabozo "con un solo pulóver, en pleno invierno. Un frío terrible. Hasta el colchón te sacaban y te lo devolvían a la noche. Comencé a tener diarrea. En La Plata, tuve pulmonía y quedé jodido".
-Al recordar a su familia, Borsatti se quedó sin voz. El hijo que nació durante su cautiverio y recién pudo alzar a los cinco años. Y el que lo escuchaba en la sala del Tribunal, ya con 30. "Al bebé no me lo dejaban ver". "Kushidonchi era un perverso". Y entregó al Tribunal cuatro cartas. Una al cura de Reconquista Guillermo Exner, al que le piden si podía bautizar a Mariano, en la cárcel de Coronda, en noviembre de 1976. Y tres dirigidas a Kushidonchi, en abril y diciembre de 1978, en la que la madre de Raúl y de otros presos políticos reclaman que traten a sus hijos como "seres humanos".
¿Cómo consiguió esas cartas?, le planteó la jueza Vella.

Estaban en el archivo de mi hermana- cerró Raúl.
Rosario12- Juan Carlos Tizziani


Aclaración: el cura Exner era párroco de Maciel, a 60 kms de Coronda.