Memoria, Verdad y Justicia en el Norte Santafesino

viernes, 19 de junio de 2020

OBRERO EN LA OSCURIDAD

TELEGRAMA DE DÍA, SECUESTRO DE NOCHE

SALVADOR SÍNCHEZ fue trabajador aceitero, secuestrado en Avellaneda, torturado y obligado a alejarse de su tierra natal. Sus padecimientos continuaron en el Sur, tras lo cual pudo reconstruir su vida como obrero petrolero. La entrevista, realizada en el año 2007 por el programa radial "La Mirada" (NorteAmplioDDHH) fue reproducida por el periódico Edición 4 de Reconquista. En dicha entrevista Sínchez se confundió con el año, que luego rectificó puliendo su memoria: fue apresado en los últimos meses de 1976.
FRAGMENTO
(...)
“Y trabajando en la fábrica Vicentín, teniendo 19 años, una tarde me llega un telegrama de despido, y a la noche me sacan secuestrado de mi casa. Es así, me sacan secuestrado. No sabía quiénes eran, estaban de civil. Me sacan sin camisa, al llegar a la calle me encapuchan y me tiran en una camioneta. De allí me trajeron a Reconquista. Por circunstancias de tanto andar me imaginé que podría haber ido a la Jefatura de Reconquista, me imaginé por la celda. Ya estaba el golpe de Estado, era el año 76.
¿Te secuestraron con otros compañeros?
--En la Jefatura de Reconquista (Policía) yo no ví ningún compañero. A mí me llevan solo hasta ahí, y ahí me bajan. A la madrugada me sacan y nos cargan en un camión. Nos tiran como a una bolsa. Y fuimos a parar a la Base Aérea Militar Reconquista.
¿Hubo alguna acusación?
--Sí, me preguntaban por nombres que yo no conocía y me preguntaban de las revistas que yo leía en ese momento.
Sigamos el relato
--Me llevan a la Base Aérea, y ahí me tienen, siempre vendados los ojos, siempre encadenadas las manos por detrás de un muro. Es decir, vendrían a ser las columnas de los hangares, calculo yo, y habré estado un día. De ahí me sacan y me llevan a la cámara de tortura, como decían ellos: a la picana eléctrica, en la cual “me dieron”. Yo calculo que había un médico ahí adentro, alguien que escribía a máquina y los que torturaban...
--De ahí cuando me sacan, que me desatan las manos y las piernas, me sientan en la cama y medio como que me preguntaban, como si yo estaba fuera de sí, o sea, me preguntaban. ‘no, pero sí vos trajiste tal camisa’… ‘no, yo traje tal camisa’, estaba consciente de lo que me estaba pasando… ‘Qué campera trajiste?’…’una campera marrón’… ¿seguro?... sí, sí, traje una campera marrón’…
--En ese momento cuando me levanto, se me cae la venda y veo a todos, veo a todos los que estaban en esa sesión. Había uno que hasta hacía ruido con un tambor, hacía ¡buum!, para que no se escuchara quizás los gritos de la persona. Y  bueno, no me dejan, pego el pantallazo viéndolos todos y me tiran contra la pared, y me cuelgan otra vez, y me dan por la espalda, por los riñones, por los pulmones, por todos lados.
--Me sacan de ahí adentro, me vendan los ojos, me vendan los ojos otra vez, y me llevan al mismo lugar en que estaba. Y bueno, pasa no sé si un día, y aparece uno muy solidario, y me sacan afuera, a la compuerta de una camioneta, y me empiezan hacer preguntas y como que otro estaba escribiendo a máquina. Y aparece otro, no sé quién sería y dice. ‘y éste quién es?… éste es el número tanto”… no, no, no, a este llevátelo y esta noche le vamos a dar de vuelta. Llevátelo a este degenerado que le vamos a dar de vuelta”. Así que me sacan de ahí otra vez, me llevan al mismo lugar, con hambre, con sed.
--Me tienen más o menos quince días, que en esos quince días creo que comí una galletita con picadillo, y el agua que me daban me mojaban los labios con un pedazo de algodón, nada más. Esos días fueron terribles, en los cuales (en algún momento) se me aflojó la venda y yo, acostado en el piso, en la mugre… a veces pedía para ir baño, me llevaban al baño encadenado como perro. En los baños, cuando me llevaban, con la venda floja podía ver por debajo. Vi cuerpos acostados sobre la entrada de los baños, pero no puedo decir si esos cuerpos que estaban ahí estaban muertos, porque así como me llevaban al baño me traían de vuelta al mismo lugar.
¿Y desde la Base adónde te llevaron?
--De ahí nos llevan a la Guardia de Infantería Reforzada de la capital de Santa Fe. Íbamos dos en camión celular, de esos de… deben ser de la policía, del Ejército, no sé. Íbamos dos por celda, que no nos podíamos ni sentar, nada, íbamos parado, eran celditas que íbamos dos en cada una, en la cual iba un muchacho de Santo Tomé. No recuerdo el apellido del muchacho.
(…)