Memoria, Verdad y Justicia en el Norte Santafesino

sábado, 5 de marzo de 2011

Chaco Justicia

Masacre de Margarita Belén

“Pedimos justicia y los restos de nuestro hermano”

Es el reclamo de los hermanos Piérola, presentes en la inspección ocular realizada en el Regimiento de la Liguria durante la mañana de este miércoles. El 16 de marzo comienza la lectura de la documental de la causa, cada vez más cerca de sentencia.

La audiencia número 48 de la causa por la Masacre de Margarita Belén se realizó en el Regimiento de la Liguria, Grupo de Artillería 7, donde se llevó acabo la inspección ocular de varias dependencias del lugar, cuando ya queda muy poco para una sentencia.
En la inspección participaron tres testigos de la causa: los ex presos políticos Ricardo Uferer y Eduardo Luque y el policía Luis Rafael Ovalle. Uferer y Luque fueron detenidos en el Regimiento a causa de su militancia política mientras se encontraban prestando servicio militar, poco después del 24 de marzo de 1976. Ovalle confeccionó fichas dactiloscópicas a un grupo de cadáveres traídos de la ruta ese 13 de diciembre.

Varios testigos de la causa – que no fueron citados para la ocasión- contaron que las instalaciones del Regimiento podrían haber sido utilizadas como centro clandestino de detención. Incluso se dijo que después de la Masacre los oficiales reunieron los cadáveres de los asesinados en un playón y realizaron una arenga ante la tropa sobre los “costos” de enfrentar al Ejército Argentino.

Con la etapa testimonial de la causa finalizada los debates continuarán el 16 de marzo con la lectura de las pruebas documentales. Es posible que esto lleve un par de días, por lo cual el tribunal estará fijando la fecha de inicio de los alegatos para finales de marzo o comienzos de abril.

Tal y como ya sucedió en la inspección en la Alcaidía y en la U7, el tribunal no permitió la participación del equipo del Programa de Asistencia a las Víctimas en la inspección. La situación sorprendió a Luque y Uferer, que igualmente debieron afrontar el acto procesal sin ejercer su derecho de acompañamiento psicológico en tanto víctimas del terrorismo de Estado.

No fue ese el único caso: La presencia de los hermanos de Fernando Piérola (desaparecido en la Masacre), María Luz, Cristela, y Gustavo, querellantes en la causa y venidos exclusivamente para la ocasión desde Paraná, Entre Ríos, fue objetada por la jueza Yunnes, que finalmente cedió y les permitió presenciar el relevamiento.

El plantel de abogados defensores perdió un jugador: el defensor oficial Federico Carniel fue trasladado a Bahía Blanca. Su co-equiper Juan Manuel Costilla comunicó la novedad al tribunal y solicitó que se tenga en cuenta la situación de cara al plazo que se le concederá para la elaboración de su alegato

LA INSPECCION
En tropel y durante algo más de una hora jueces, empleados del juzgado, fiscales, querellantes, los Pierola, el camarógrafo de la Dirección de Cine y Espacio Audiovisual (con un valioso registro de más de 300 horas filmadas del juicio) periodistas, trabajadores de la Casa por la Memoria, abogados defensores, el grupo de militares imputados y su cohorte de custodios del SPF, y varios militares de la guarnición (algo así como la custodia de la custodia) recorrieron los fondos del Regimiento, la sala de armas, y el Casino de Oficiales siguiendo recuerdos de los testigos.

Todo comenzó con la búsqueda del lugar donde el licenciado en criminalística Luis Rafael Ovalle tomó las huellas dactilares a un grupo cadáveres después del 13 de diciembre de 1976. En esa época Ovalle trabajaba en la sección de Dactiloscopía de la policía del Chaco.

En su testimonio en la causa en agosto de 2010 relató que después del 13 de diciembre fue enviado a tomar huellas dactilares a cadáveres en el Regimiento. Ovalle realizó las pericias a siete cuerpos, dos eran NN, una mujer y un hombre en un “dormitorio, pasando la Plaza de Armas”.

Después de idas y vueltas, Ovalle se dio por vencido y en la Sala de Armas dio por terminada la infructuosa búsqueda. “Son treinta y cuatro años, espero que me entienda” se disculpó ante la jueza Yunnes.

El imputado Ricardo Reyes entendió al hombre, “es muy difícil… los edificios confunden” musitó con su voz grave y sin perder el semblante serio que lo caracteriza. Ya que no pudo encontrar el lugar Ovalle pasó a describirlo: “Tenía techo a dos aguas, era como un dormitorio, (una cuadra) estaba en el fondo, y había una puerta que daba a un descampado”. Contó que los cuerpos estaban a la derecha de la puerta de ingreso, uno al lado de otro.

LOS COLIMBAS DETENIDOS
Llegado el turno de los ex presos políticos la cosa fue más sencilla: simplemente contaron y señalaron los lugares donde fueron detenidos pocos meses después de marzo de 1976. A Eduardo Luque lo fueron a buscar en la zona de la guardia, hacia el frente del Regimiento, casi sobre la avenida 9 de Julio. Ricardo Uferer fue detenido durante un descanso de su turno de guardia por el en ese entonces teniente Ricardo Reyes, hoy imputado. A unos pocos pasos, Ricardo Reyes escuchaba con atención el testimonio de Uferer y anotaba en una libretita como las que utilizan los médicos para recetar, con la inscripción Aplazoma – tranquinal en el dorso.

Reyes llevó a Uferer a la Batería Comando, donde este restaba servicio y de allí a la guardia, donde permanece encerrado durante una hora. Su destino siguiente fue la Brigada de Investigaciones. Allí conoció el “sadismo impresionante de la tortura porqué sí, despiadada, para destruir física y moralmente a los detenidos”, tal y como declaró en la Causa Caballero el año pasado.

Por último se relevó la ubicación del Casino de Oficiales y eso fue todo. Se informó a las partes que todo continuará el 16 de marzo con la lectura de las pruebas documentales de cara a la ronda de alegatos.

Algunas instantáneas de la inspección: la inmensidad del Regimiento, que motivó una amarga reflexión en un de los presentes: “Acá caben como treinta campos de exterminio”. La nostalgia de algunos de los imputados, recordando cómo eran las instalaciones. El orgullo castrense del diminuto Aldo Martínez Segón: “Mirá los camiones del Ejército” dijo, con una sonrisa en los labios, mientras observaba unos camiones militares con carteles del Ministerio de Salud de la Nación.
Resabios del espíritu de cuerpo: los oficiales que estrechaban las manos de los militares imputados con sumo respeto. En el Casino de Oficiales, un escudo sobre la puerta de ingreso, con el dibujo de un yaguareté y la inscripción “Abnegación y constancia”.

“JUSTICIA Y LOS RESTOS DE NUESTRO HERMANO”
Con la inspección terminada, los hermanos Pierola hicieron su descargo con la jueza Yunnes después de que casi no se les permitiera presenciar la diligencia: “Nos duele esta situación, nosotros viajamos para esto, estamos buscando justicia y los restos de nuestro hermano” le explicaron. Fue una charla cordial, seguida atentamente por un par de imputados. La jueza les dijo que las decisiones del tribunal se fundamentan en disposiciones procesales referentes a su condición de querellantes y testigos, y que “todo se hace bajo el amparo de la ley”. “Ese es el beneficio que tienen ellos, y nosotros siempre lo vamos a defender, a pesar de que no lo tuvieron sus víctimas” fue la respuesta de María Luz.

Momentos después , en una breve charla con la prensa los Pierola dejaron claro sus críticas con respecto a los pocos testigos convocados para la inspección, la exigencia de condenas a cadena perpetua para todos los imputados y la sensación que les provoca estar en el lugar donde los asesinados “fueron expuestos como trofeos de Guerra”.

“Esto fue un hito en lo que fue la cuestión represiva, porque acá hubo desaparecidos y hasta que no encontremos la fosa común no vamos a saber quién es cada uno” comentó Cristela Pierola. Su hermana María Luz no se quedó atrás: “lo único que queremos es llegar a la verdad, no solamente que a la justicia, porque el cuerpo de nuestro hermano no lo hemos encontrado y creemos que hay muchos que saben donde está y lo único que pedimos es que nos digan eso, así no seguimos rompiendo el cementerio” afirmó.


Informe: Gonzalo Torres