Memoria, Verdad y Justicia en el Norte Santafesino

domingo, 21 de octubre de 2012

DE POLICÍA Y VIOLENCIAS (Opinión)



la voluntad


ni ebrios ni dormidos

Las últimas noticias situaron la cuestión seguridad-inseguridad en su justo medio perturbador. Una serenidad y calma, una responsabilidad democrática y severa, no podría concluir que no hay en una Institución espacio para los honestos, menos cuando recapacite en la limitación objetiva de una brocha demasiado torpe y gruesa como para trazar complejidades, como para representar las texturas, los tonos y gradaciones de la diferencia.

De ninguna manera razonable podría postularse ni sostenerse que una Policía honesta es imposible. Un solo agente del orden público que no cediera al rigor absolutista de semejante tesis, la pulverizaría por su mera existencia física. La anulación de facto de su posibilidad expresa la impotencia de un pensamiento defensivo y regresivo que a la hora de la verdad decide el fin de la Historia, que no obstante, continuará si el Pueblo no va por las astas.

No es que esa pincelada no contenga nada de verdadero, no es que todo lo suyo deba desecharse, pero trazada desde un lugar, poco aporta a abordar un problema complejo, acaso el más complejo de todos los que debe asumir hoy un Estado siempre que no admitiese una resignación letal de su soberanía: en esta instancia es cuando un cadáver más sí importa al mundo. En tanto que compromete en su osadía insensata  a una República y Nación y Pueblo que escribiesen, urgidos por sus circunstancias, a la luz de una humilde vela de cebo, lámpara rudimentaria, un poema fundacional: Oíd mortales el grito sagrado.

Si la decisión política es plena y asumida, el imponente curso arrasará todo obstáculo, sin en absoluto recurrir a violencias y estridencias superfluas. La estridencia, el chirrido, el gozne enmohecido y la ranura, no son gratos al oído de la República Argentina, que aún se debe a sí inclusiones de supremo rango en que se destaca el reconocimiento de derechos de pueblos originarios.

La República Argentina, el Pueblo, debe recuperar de un modo expeditivo el absoluto monopolio de la violencia, porque los muertos y las violencias del narcotráfico, tanto como las víctimas de desalojos compulsivos y salvajes de pequeños propietarios criollos y originarios, revelan que bandas delincuentes se arrogan con relativo éxito desconocer su imperio. El desafío que implica ese despliegue insolente y asesino es y debe ser  intolerable para un pueblo libre y soberano.


Tal vez, acaso, no lo pensé antes de escribirlo, ciertamente discurran confrontaciones y eventos vinculados a una Independencia inconclusa, y de una democracia que en treinta años de vigencia, no pudo recrear sus Instituciones profundas tal como le exigen abrumadoras mayorías.

Entre ellas unas Instituciones policiales en condiciones de garantizar la vida, los bienes y las propiedades de los ciudadanos, de todos los ciudadanos sí, pero con peculiar celo las de los ciudadanos vulnerables.

No podrían de ningún modo estas Instituciones, ni ebrias ni dormidas, declarar guerras interiores de ninguna naturaleza, de grupos y / o de bandas, las que fueren, robar, torturar, matar, y en una descomposición insostenible y ruinosa, cobrar por brindar seguridad mediante el ingenioso método de promover el cáncer para luego vender los medicamentos para curarlo.

El condimento de que tales bandas se comanden desde reductos Institucionales específicamente creados para combatir el crimen organizado, es de una gravedad, que por ostensible, es innecesario subrayar aquí, aunque volveremos sobre ella en otro momento.

Ante la crítica situación creada por una descomposición cuyo horizonte es arrodillar la República y hacer del sufragio universal y el pronunciamiento de los pueblos, una despreciable y vergonzosa concesión de contemporáneos Señores de la Guerra, se impone por parte de los pueblos una respuesta acorde, contundente, imperativa, absoluta.

De manera que la propuesta consiste en un plebiscito en que el Pueblo exprese su Voluntad, un pronunciamiento, que por su magnitud, enseñe de una vez y para siempre como deben ser y serán las cosas de aquí en más en la República Argentina.

Las urnas son los únicos buzones de la vida que puede consentir un Pueblo digno, valiente y convencido. De prosperar la iniciativa, el Pueblo acudirá masivamente, lleno de futuro y certidumbre. Ya es victoria.

 
 CARLOS ECHEGOY